Esperé en la fila larga para pagar, golpeando con impaciencia mi carrito de compras, que estaba repleto de útiles escolares.
No estaba de humor para conversar, pero la chica detrás de mí me bombardeó con preguntas, así que le expliqué cómo nuestra iglesia organiza una colecta de útiles escolares cada año.Ella expresó su admiración por este ministerio y yo asentí
respetuosamente.Pero la convicción se apoderó de mí momentos después.
¡Este es un gran ministerio, pero mi actitud al respecto no fue buena! Había permitido que la temporada abrumadora de regreso a clases endureciera mi corazón. Exteriormente obedecí, pero interiormente mi espíritu refunfuñó.
Allí mismo en el estacionamiento, confesé al Señor el estado lamentable de mi alma y oré por un corazón renovado.
Esta experiencia me recordó cuán fácilmente podemos caer en hacer lo correcto con el espíritu equivocado. Y no somos las únicas: también vemos esto en las Escrituras. Judas, el apóstol infame por traicionar a Jesús, pasó años caminando y hablando con Él de manera personal y cercana. Estuvo allí cuando Jesús realizó milagros y cambió vidas. Estuvo allí cuando Jesús enseñó a las multitudes y reprendió a los líderes religiosos. Judas recorrió el camino, edificando el Reino de Dios junto a Pedro, Juan y los demás discípulos. Pero como detalla el versículo clave de hoy, su corazón llegó a un momento decisivo fatídico:
A partir de ese momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús (Mateo 26:16).
¡Nos estremecemos ante esta escritura y nos preguntamos cómo pudo hacer eso! Pero una mirada más cercana a la vida de Judas revela una verdad aleccionadora: la proximidad física a Jesús no fue suficiente. Podemos incluso edificar Su Reino exteriormente, pero interiormente somos tentadas a construir el nuestro. Es la proximidad de nuestro corazón a Jesús lo que determina si cedemos a esta tentación.
Curiosamente, la decisión de Judas de traicionar a Jesús ocurre inmediatamente después de la ocasión conmovedora en la que una mujer ungió a Jesús con un perfume costoso (Mateo 26:6-13). Jesús dijo que este momento sería recordado para siempre, pero a Judas le molestó su desprendimiento y refunfuñó contra ello. Fue testigo de primera mano de una gran muestra de generosidad; pero, su corazón estaba duro.
De manera similar, podemos mantener nuestras vidas ocupadas con actividades de la iglesia, estudios bíblicos y proyectos de servicio, pero si nuestros corazones no se alinean con la misión del evangelio, nos estamos preparando para fracasar. Como Judas, sólo podemos fingir durante un tiempo.
Tomemos un momento para hacer un chequeo del corazón y hacernos un par de preguntas para mantenernos en el buen camino:
¿Está mi corazón más alineado con la misión de Jesús o con la mía propia?
¿Prioriza mi corazón las mismas causas que Jesús?
Querida, pedirle a Dios que nos muestre nuestros corazones no es fácil. ¡Pero quizás eso sea justo lo que necesitamos para seguir caminando fielmente con Jesús!
Jesús, perdónanos por servirte exteriormente, y a la vez desear interiormente nuestro propio camino. Ayúdanos a alinear nuestros corazones Contigo y caminar con integridad y autenticidad. En el Nombre de Jesús, Amén.