Nota de la editora: ¡Este devocional es parte de una serie especial para la Semana Santa! Desde el 24 de marzo (Domingo de Ramos) hasta el 31 de marzo (Domingo de Pascua), cada devocional se centrará en los acontecimientos que preceden la resurrección de Jesús. Nuestra oración es que estas palabras preparen tu corazón y mente para la celebración de nuestro Salvador resucitado.
Hace poco, mi hija estaba luchando con una decisión que tomó un maestro. Toda la confusión, la frustración y los malentendidos salieron a relucir mientras me explicaba los detalles. Esta decisión tuvo un costo para mi hija y otros estudiantes.
Mi instinto fue llamar al maestro y defender a mi hija. Sin embargo, decidí que era más importante enseñar a mi hija a expresar sus preocupaciones con respeto y a hacer buenas preguntas.
Jesús era experto en hacer preguntas intencionadas. Utilizaba las preguntas para enseñar, defender, desafiar, hacer pensar, encontrar a la gente en su dolor y ayudar a centrar las historias de quienes a menudo eran tratados como extraños.
Jesús le preguntó a una mujer samaritana solitaria junto a un pozo: “¿Podrías darme de beber, por favor?” (Juan 4:7, VBL) y entabló conversación con ella, revelándose por primera vez como el Mesías.
Jesús preguntó a un enfermo crónico: “—¿Te gustaría recuperar la salud?”. (Juan 5:6, NTV), haciéndole considerar lo que creía antes de recibir la sanidad.
“—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Jesús preguntó a Pedro en un momento conmovedor con Sus discípulos antes de enfrentar Su muerte en la cruz (Mateo 16:15, NVI).
Después de Su resurrección, Jesús preguntó a dos hombres modestos en el camino a Emaús: “—¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino?” (Lucas 24:17, NTV).
Jesús modeló cómo utilizar preguntas reflexivas para fomentar la comprensión, construir relaciones y profundizar la fe entre las personas que le rodeaban.
Durante la Semana Santa, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley se acercaron a Jesús y desafiaron Su autoridad para volcar las mesas en el templo y enseñar el Evangelio. Jesús no discutió, sino que respondió a sus preguntas con una pregunta directa:
Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres? (Mateo 21:24-25, NVI).
Los líderes se quedaron perplejos. Sabían que si respondían que el bautismo de Juan venía del cielo, Jesús les preguntaría por qué no le creían. También sabían que si respondían “de los hombres”, entonces su propio pueblo, que creía en Juan el Bautista como profeta, se volvería contra ellos. Habían esperado maliciosamente atrapar a Jesús con sus desafíos, pero en lugar de eso Él los atrapó en sus preguntas.
Amiga, ¿puedes pensar en algún momento de tu vida en el que no tenías la seguridad de saber cómo manejar una situación?
Quizá cuando experimentaste algo frustrante o fuiste testigo de una injusticia…
O tal vez cuando quisiste superar una ruptura en una relación…
Jesús está atento a responder y aclarar nuestras preguntas ni dudas. Las preguntas son una forma poderosa de conectarse, desafiar respetuosamente e incluso preocuparse por los demás. No subestimes el poder de una pregunta.
Querido Dios, por favor, dame sabiduría en las situaciones difíciles a las que me enfrento hoy. Ayúdame a formular preguntas reflexivas y dame el valor para preguntarlas. En el Nombre de Jesús, Amén.