DEVOCIONALES El valor de soltar el control 24 de Mayo de 2024 Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Salmo 127:4 (NVI) Mejillas regordetas, piernas temblorosas, sonrisa llena de babas y ojos que seguían mi rostro con asombro. Esta es la imagen mental que tengo de nuestra hija primogénita.   Mientras se preparaba para graduarse de la escuela secundaria, ella pronunció seis palabras que yo no quería escuchar: «Mamá, quiero tomarme un año sabático». Cada conversación sobre opciones universitarias y sus pasiones se había convertido en conversaciones donde ella expresaba su deseo profundo de alcanzar al mundo para Jesús.   En mi opinión, tomar un año sabático antes de la universidad estaba fuera de discusión. Pues yo había planeado la vida entera de mi hija. Escuela secundaria, universidad, carrera, matrimonio, hijos, en ese orden. (¿Te das cuenta de que tengo problemas de control?)   Este fue el comienzo de una temporada en que Dios me enseñaría a soltar, dejar ir. Terminó siendo una época que me liberó de la mentira de que tengo el control.   Aun así, me resistí. Negándome a abandonar los planes que ya había hecho, me lamenté: ¿Por qué, Dios? ¿Por qué me pruebas de esta manera? Sentí la respuesta de Dios de una manera que me pareció muy clara: ¿Me confiarás a ella? ¿Me dejarás hacer Mi obra en su vida? Tengo grandes planes para ella que la llevarán a lugares donde no podrás ayudarla ni controlar el resultado. Quiero hacer Mi obra en ella, pero no mientras tú te aferres demasiado. Quiero que sueltes el control.   Entonces Dios puso esta escritura en mi corazón: “Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud” (Salmo 127:4).   ¿Te imaginas a una guerrera profesional que ha pasado toda su vida preparándose para la batalla afilando sus flechas y perfeccionando su puntería? Imagínate a esta guerrera profesional yendo a la batalla, sacando su flecha de la funda, colocándola en el arco, tirando hacia atrás, apuntando perfectamente, pero luego no la suelta.   Esto es lo que hacemos como padres cuando pasamos años infundiendo en nuestros hijos la Verdad de Dios, sacrificando el sueño, pasando horas de rodillas en oración, preparándolos para el futuro… y luego no dejarlos ir, no liberarlos para que cumplan el propósito que Dios les dio.   Mi temporada actual es difícil pero necesaria: aprender a soltar mi primera flecha.   Mientras me preparo para enviar a nuestra primera hija a esta nueva aventura no planificada, veo esas mejillas regordetas ahora cinceladas por la edad. Veo esas piernas tambaleantes ahora fortalecidas para soportar la carga del camino que tiene por delante. Veo esos labios llenos de babas ahora armados con la Verdad de la Palabra de Dios. Y veo esos ojos que una vez me siguieron ahora firmemente fijos en Jesús, el Autor y Consumador de su fe (Hebreos 12:2).   Amiga, mientras crías a tus hijos, que Dios te conceda la sabiduría y la fuerza para guiarlos y moldearlos. Que Él también te conceda la fe y el valor para dejarlos ir.   Señor, te doy gracias por ser un Dios amoroso y omnisciente que tiene planes para mí y las personas en mi vida. Que siempre recuerde que Tus caminos son más altos que mis caminos (Isaías 55:9) y que Tus planes siempre son buenos.   Concédeme un corazón de rendición. En el Nombre de Jesús, Amén.   PROFUNDICEMOS   Proverbios 3:5-6, Confía en el SEÑOR con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. (NTV)   ¿Qué planes has hecho que estás luchando por entregárselos a Dios? Haz una pausa y reflexiona, y luego escribe esos planes en tu diario. Ora y pídele a Dios un corazón de entrega a Sus caminos y Sus planes.   ¡Nos encantaría conocer tus pensamientos sobre el devocional de hoy! Compártelos con nosotras en los comentarios.

DEVOCIONALES Bueno, ¿y ahora qué? 24 de Mayo de 2024 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. Juan 14:27 (NVI) Bueno, ¿y qué sigue? Este es el pensamiento que a menudo ha pasado por mi mente cuando termina una temporada de mi vida.   Después de graduarme del bachillerato, me pregunté: ¿y ahora qué? Me preocupaba la universidad, pero me entusiasmaba la libertad que esperaba experimentar lejos de mi pequeño pueblo.   Luego de perder el trabajo al que entregué todo, me pregunté: ¿y ahora qué? Me sentí confundida y estresada, preocupada por las cuentas y qué le diría a mi familia.   Después de graduarme de la universidad, una ruptura relacional, alejarme de un grupo de amigos y en muchas otras ocasiones en mi vida me he preguntado… ¿y ahora qué?   Ya sea que estemos listas para que una temporada cambie o no, no es divertido tener dudas y confusión. Sin embargo, estoy muy agradecida de que sirvamos a un Dios que es el Autor de la paz y no de la confusión (1 Corintios 14:33).   La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden (Juan 14:27).   Jesús compartió estas palabras con Sus discípulos en el aposento alto justo antes del caos de la traición de Judas y la tragedia de la muerte de Jesús. Los discípulos no sabían de los milagros que les esperaban, pero sí sabían que Jesús les dijo que no tuvieran miedo. Les ofreció paz, incluso cuando el futuro era incierto.   Cuando invitamos a Jesús a nuestros corazones, recibimos Su paz a través del Espíritu Santo. ¿Qué tal si ponemos nuestra confianza en lo que sabemos de Dios en lugar de estresarnos por lo que no sabemos? Ya sea que te estés graduando de la escuela, entrando en un mercado laboral competitivo, comenzando o terminando una relación significativa, mudándote a un lugar nuevo o cualquier otra cosa, puedes experimentar la paz de Su presencia.   Esta paz no nos promete todas las respuestas, pero nos recuerda que incluso cuando no sabemos a dónde vamos, sabemos a Quién seguimos. A través de orar constantemente e invitar continuamente a Jesús a nuestro futuro, experimentamos la paz que proviene de saber que nuestros problemas hoy, pueden convertirse en nuestro testimonio mañana. Todo lo malo puede convertirse en algo bueno si lo convertimos en algo de Dios.   No tienes que vivir con ansiedad cuando no sabes lo que traerá el mañana. En cambio, busca a Dios, quien conoce tu futuro (Jeremías 29:11-13). Él está abriendo un camino para ti y para mí, y Su voluntad es mayor que nuestros planes. Pidámosle en oración que nos guíe a lo mejor y confiemos en que no nos negará nada bueno (Salmo 84:11).   Querido Dios, el caos y la confusión están a mi alrededor, pero Tú eres un Dios de paz, no de desorden. Ayúdame a experimentar Tu paz. Puede que no sepa lo que sigue, pero sé que la paz es una promesa cuando camino Contigo. En el Nombre de Jesús, Amén.   PROFUNDICEMOS   1 Corintios 14:33, porque Dios no es un Dios de desorden, sino de paz. Como es costumbre en las congregaciones de los creyentes, (NVI)   Jeremías 29:11-13, Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. (NVI)   Salmo 84:11, El SEÑOR es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El SEÑOR no niega sus bondades a los que se conducen con integridad. (NVI)   ¿Cómo puedes confiar en que Dios es un Dios de paz incluso cuando tu vida es confusa y el futuro parece desconocido?   ¿Cómo puedes buscar Su paz diariamente? ¡Comparte en los comentarios!

DEVOCIONALES Ejercita la Fe Estableciendo Metas 15 DE MAYO DE 2024 “La sabiduría es la meta del inteligente, pero el necio no tiene meta fija”. Proverbios 17:24 (DHH) La mayoría de las cosas que hacemos diariamente no serán importantes en cinco minutos, mucho menos en cinco años. Hacemos muchas cosas que realmente no importan. Para alcanzar tus sueños en la vida, necesitarás decidir lo que realmente importa, lo que va a perdurar en tu vida y concentrarte en eso. La Biblia dice: “La sabiduría es la meta del inteligente, pero el necio no tiene meta fija” Proverbios 17:24 (DHH). Una vez que has descubierto lo que más importa, establece metas que requieran fe. Jesús nos dice en Mateo 9, que nos bendecirá tanto como queremos. Su bendición depende del tamaño de nuestra fe. Jesús dice, “Que se haga con ustedes conforme a su fe” Mateo 9:29 (NVI). Dios dice que elijas tu taza, y Él la podrá llenar. Si tienes una taza pequeña de té, una jarra de 5 litros o un barril de 100 galones de fe, Dios la llenará de acuerdo a tu fe. Lo mucho que confías en Dios determina cuánto Dios te va a bendecir. Ejercitas tu fe mediante el establecimiento de metas. Estableces una meta cuando dices, “Dios, creo que me estás diciendo que quieres que logre esto en una fecha determinada. Va a ser difícil hacerlo, pero creo que es lo que tengo que hacer”. ¿Qué es una meta establecida en fe? Es una meta: Enfocada: es específica, algo que puedes medir. Alcanzable: Es posible y práctica. Si estableces una meta que no es realista, no la lograrás. Personal: Es algo personal. No puedes establecer metas para otras personas. Tú posees tus propias metas, no las de otras personas. Con fecha: Tu meta necesita un plazo. Sin una fecha, no es una meta. Con pasión: Nunca fijes una meta que no te apasione, porque nunca la lograrás sin el deseo de lograrla. Las metas darán vida a los sueños que has dado por muertos. Da un vistazo a los sueños en que te has rendido. Agrega una meta y ve lo que Dios puede hacer. Reflexiona Sobre Esto: ¿Por qué piensas que las metas nos ayudan a alcanzar nuestros sueños? ¿Qué hace difícil establecer metas relacionadas con nuestros sueños? ¿Cuáles son algunas metas que puedas establecer para sueños que no has realizado en tu vida? Memoriza tu meta escribiéndola y considera el compartirla con otros. Si todavía no has confiado en Jesús y no te has comprometido a seguirlo, ¿por qué esperar más? Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de creer en Jesucristo y seguirlo; haz esta oración.

DEVOCIONALES La inteligencia artificial y Dios: peligro de exterminio 13 DE MAYO DE 2024 En el último año se han publicado varios informes advirtiendo del peligro que supone la inteligencia artificial para el futuro de la humanidad. Informes que, curiosamente, van firmados por ejecutivos, investigadores y expertos de las mismas empresas que están desarrollando esa inteligencia artificial.   Defienden sus ventajas pero advierten sobre los peligros de un desarrollo descontrolado que lleve al ser humano al peligro de la extinción. No soy experto en el tema y no voy a entrar en ningún análisis, pero me ha llamado la atención el temor expresado a que la IA llegue a identificar al ser humano como una amenaza para el planeta por su maldad y decida exterminarlo. Y, ciertamente, si esto fuera así habría quien pensaría que sería una medida llena de sentido común.   En resumen, si un día esa IA pone su objetivo en mí y considera que no tengo valor o merezco ser eliminado por ser una amenaza para el planeta, en sus decisiones no entendería ni de gracia ni de misericordia y procedería a mi eliminación. Un escenario que parece ciencia ficción pero del que algunos piensan que no estamos tan lejos.   ¿Quién mira por nuestro futuro? Pensando en esto, me sentía agradecido porque mi futuro no está en manos de ninguna IA, sino de mi Señor y Salvador que, aunque yo merecía ser eliminado por mi maldad y pecado, decidió salvarme «no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia» (Tito 3:5). Esto va en contra del sentido común. No hay IA que lo pueda comprender, porque entra en juego el amor de Dios que se escapa a toda lógica. Lo primero que sorprende es que le importemos a Dios, como se pregunta David en el Salmo 8:4: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,Y el hijo del hombre, para que lo visites? El temor que provoca la IA es que su respuesta a esta pregunta sea acabar con nosotros. Pero para Dios, aunque parezca increíble, no somos prescindibles; somos valiosos y ha decidido salvarnos del pecado y del castigo del infierno. De esta manera, nos podemos levantar cada mañana sin temor a decisiones arbitrarias que puedan exterminarnos, con la confianza depositada en un Dios que nos ama. Al igual que se expresa en Lamentaciones 3:22-23 en referencia a la experiencia del pueblo de Israel, nosotros también podemos decir: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. — Devocional de Miguel Ángel Gómez, autor de la serie juvenil «El diario de Álex», además de cinco novelas de intriga y suspense.

DEVOCIONALES Cinco cosas que cada madre cristiana debe saber 9 DE MAYO DE 2024 Hace más de diez años con motivo de la celebración del Día de la Madre escuché una predicación que estaba basada en el texto de Lucas 1:26-38 donde el ángel Gabriel anunciaba a María que iba a ser la madre del Mesías. Gracias a mis notas puedo recordar estas “cinco cosas que cada madre cristiana debe saber” y pensar en ellas de vez en cuando. Así que, teniendo a María como ejemplo, estos son los cinco puntos principales que se compartieron y que como madres haríamos bien en aplicar a nuestra vida:   1. El Señor está contigo.   Muchas madres se sienten solas. Los motivos pueden ser variados: a veces son madres solteras, divorciadas, viudas o los hijos ya se han ido del hogar —o son madres casadas, pero viven en soledad emocional. Sea cual sea tu situación, lo primero que tienes que saber es que, si tú estás en Cristo, ¡Él siempre estará contigo! Nunca te dejará o abandonará.   2. No temas.   A veces las madres tenemos temores totalmente irracionales. A veces las madres tenemos temor de no estar a la altura de otras madres, o nos sentimos culpables de los fracasos de nuestros hijos. Sea cual sea tu temor como madre, este texto nos recuerda que Dios nos ha concedido su gracia, su amor y por lo tanto su ayuda para vencer nuestros temores.   3. Él será grande.   Las madres queremos lo mejor para nuestros hijos, soñamos con grandes planes para ellos, pero no debemos olvidar que tienen su propia individualidad y Dios también tiene planes únicos y personales para ellos. Como alguien dijo: “No te preocupes por los planes que tú tienes para tus hijos; los planes de Dios para ellos son mejores”. Nuestro trabajo como madres deja de ser entonces el de querer controlar todo, haciendo la transición del control a la influencia. La grandeza de nuestros hijos no es que se sometan a nuestros planes, sino que conozcan y sigan los planes que Dios tiene para ellos.   4. Nada es imposible para Dios.   Hay madres que se sienten en situaciones imposibles. La frase “no conoces mi situación” puede haber salido de nuestros propios labios o de los de alguna amiga —situaciones “imposibles” como matrimonios que están naufragando o que ya se han roto, o el pesar de tener un hijo rebelde. Sin ánimo de darte falsas esperanzas, sí hay una verdad que el ángel le recuerda a María: “Nada es imposible para Dios”.   5. Yo soy la sierva del Señor.   Dios no espera que seas una madre “perfecta” porque no lo vas a ser, vas a tener fallos, no porque seas una mala madre sino porque eres humana. La buena noticia es que Dios no quiere que seas “perfecta”: quiere que te entregues y sometas a Él. Cuando lo hagas, sabrás que: Él está contigo; no tienes que temer porque sus planes son mejores y más grandes que los tuyos; le enseñarás a tu hijo en vez de intentar controlarlo; nada es imposible para Dios. Y ¿sabes una cosa? El mundo necesita más madres así. Devocional escrito por Eva L. Cañas. Colabora con la Asociación Familias XXI para el desarrollo de familias saludables y escribe en su blog personal sobre temas relacionados con la vida y la fe.

DEVOCIONALES Hacedlo todo para la gloria de Dios 01 DE MAYO DE 2024 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. — 1 Corintios 10:31, RVR1960   Nuestra idea es que glorificar a Dios es servir a Dios de manera cúltica, por medio de la música o la predicación de la Biblia. Pensamos que aquellos que más glorifican a Dios son los misioneros y los que están implicados en los servicios religiosos; es más, creemos que si alguien aspira a una forma más elevada de servicio, lo ideal sería abandonar su trabajo y buscar una ocupación religiosa. Pero no es así; nuestro texto, «hacedlo todo para la gloria de Dios», nos enseña que podemos glorificar a Dios con todo lo que hagamos, incluso cosas tan sencillas como el comer y el beber.   Dar gloria a alguien es exaltar su persona y darle un tributo excelente. Por ejemplo, damos gloria a un representante de otro país vistiéndonos de gala, ofreciendo un banquete y dándole regalos magníficos. Por el contrario, nadie pretende honrar a un representante de otro país vestidos pobremente y ofreciendo una comida sencilla. Ofrecemos lo mejor a quien consideramos digno de ello. De la misma manera honramos a Dios buscando la excelencia en todo lo que hacemos, porque lo hacemos para Él.   ¿Cómo se lleva a la práctica «hacedlo todo para la gloria de Dios»?   Hacerlo todo para la gloria de Dios es buscar la excelencia en el detalle, siendo conscientes de que todo lo hacemos para Dios. Si nuestro trabajo es sencillo, limpiando las calles, buscaremos hacer un trabajo brillante, pensando que ese es nuestro tributo a Dios. Si nuestro trabajo es servir a otros, haremos un trabajo excelente, sirviendo con cuidado y esmero, con entusiasmo y gozo, haciéndolo para el Señor.   Dios está interesado en un trabajo excelente. Decía Martín Lutero que un zapatero cristiano no es aquel que escribe versículos en las suelas de los zapatos, sino el que hace zapatos excelentes, porque Dios está interesado en los zapatos, ya que está interesado en nuestro trabajo.   Pensamos en lo que no es nuestro trabajo: el resto de nuestra vida, nuestro hogar, nuestras relaciones con otras personas, el uso de nuestro dinero, nuestro descanso, nuestros pasatiempos y cuando comemos y bebemos. Todo debe dar gloria a Dios, buscando la excelencia en todo lo que hacemos. No podemos hacer las cosas con descuido, sino buscando una intención clara: honrar a Dios.   La gente que no conoce a Dios pierde el tiempo y se distrae de cualquier manera; nosotros debemos buscar un entretenimiento excelente, de calidad, moderado y que sea una fuente de gozo. Lo mismo en el comer y beber, la moderación honra a Dios. ¿Lo hacemos moderadamente? ¿Lo hacemos de forma excelente?   — Devocional de Julio Martínez Moreno-Dávila. Vive en Madrid con su esposa María del Mar y son miembros de la iglesia en Suanzes. Trabaja en el sector de la tecnología y publica habitualmente en distintos medios, como en Vidas en red y Estudios bíblicos.