DEVOCIONALES La revisión cardíaca que necesitamos para mantener el buen camino 1 DE ABRIL DE 2024 A partir de ese momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús. Mateo 26:16 (NTV)  Esperé en la fila larga para pagar, golpeando con impaciencia mi carrito de compras, que estaba repleto de útiles escolares.  No estaba de humor para conversar, pero la chica detrás de mí me bombardeó con preguntas, así que le expliqué cómo nuestra iglesia organiza una colecta de útiles escolares cada año.Ella expresó su admiración por este ministerio y yo asentí  respetuosamente.Pero la convicción se apoderó de mí momentos después.   ¡Este es un gran ministerio, pero mi actitud al respecto no fue buena! Había permitido que la temporada abrumadora de regreso a clases endureciera mi corazón. Exteriormente obedecí, pero interiormente mi espíritu refunfuñó.   Allí mismo en el estacionamiento, confesé al Señor el estado lamentable de mi alma y oré por un corazón renovado.   Esta experiencia me recordó cuán fácilmente podemos caer en hacer lo correcto con el espíritu equivocado. Y no somos las únicas: también vemos esto en las Escrituras. Judas, el apóstol infame por traicionar a Jesús, pasó años caminando y hablando con Él de manera personal y cercana. Estuvo allí cuando Jesús realizó milagros y cambió vidas. Estuvo allí cuando Jesús enseñó a las multitudes y reprendió a los líderes religiosos. Judas recorrió el camino, edificando el Reino de Dios junto a Pedro, Juan y los demás discípulos. Pero como detalla el versículo clave de hoy, su corazón llegó a un momento decisivo fatídico:   A partir de ese momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús (Mateo 26:16).   ¡Nos estremecemos ante esta escritura y nos preguntamos cómo pudo hacer eso! Pero una mirada más cercana a la vida de Judas revela una verdad aleccionadora: la proximidad física a Jesús no fue suficiente. Podemos incluso edificar Su Reino exteriormente, pero interiormente somos tentadas a construir el nuestro. Es la proximidad de nuestro corazón a Jesús lo que determina si cedemos a esta tentación.   Curiosamente, la decisión de Judas de traicionar a Jesús ocurre inmediatamente después de la ocasión conmovedora en la que una mujer ungió a Jesús con un perfume costoso (Mateo 26:6-13). Jesús dijo que este momento sería recordado para siempre, pero a Judas le molestó su desprendimiento y refunfuñó contra ello. Fue testigo de primera mano de una gran muestra de generosidad; pero, su corazón estaba duro.   De manera similar, podemos mantener nuestras vidas ocupadas con actividades de la iglesia, estudios bíblicos y proyectos de servicio, pero si nuestros corazones no se alinean con la misión del evangelio, nos estamos preparando para fracasar. Como Judas, sólo podemos fingir durante un tiempo.   Tomemos un momento para hacer un chequeo del corazón y hacernos un par de preguntas para mantenernos en el buen camino:   ¿Está mi corazón más alineado con la misión de Jesús o con la mía propia? ¿Prioriza mi corazón las mismas causas que Jesús? Querida, pedirle a Dios que nos muestre nuestros corazones no es fácil. ¡Pero quizás eso sea justo lo que necesitamos para seguir caminando fielmente con Jesús!   Jesús, perdónanos por servirte exteriormente, y a la vez desear interiormente nuestro propio camino. Ayúdanos a alinear nuestros corazones Contigo y caminar con integridad y autenticidad. En el Nombre de Jesús, Amén.

DEVOCIONALES Dios, ¿te importa? 22 DE MARZO DE 2024 Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto: ¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes? Salmo 8:3-4 (NTV) Estaba agradecida por el auditorio de adoración oscuro que ocultaba mi maquillaje corrido y mi alma llena de vergüenza. Los eventos y comportamientos a principios de ese año me habían llevado a una relación rota y a intentos fallidos de repararla. Me avergonzaba mi incapacidad para enmendar las cosas, sin importar cuánto lo intentara. Quería hacerlo mejor. Ser mejor. En ese momento en la iglesia, mientras cantábamos alabanzas, me pregunté: Dios, ¿te importa? Esta fue la pregunta que repetía durante las caminatas de verano mientras el sol se ponía detrás de las Montañas Rocosas. Los colores brillantes que Dios pintaba en el cielo con Su dedo eran impresionantes. Si Él se preocupaba por eso, ¿se preocupaba por mí?   Los escritores del Antiguo Testamento a menudo hablaban del dedo de Dios como una metáfora que comunicaba Su poder creativo y Su autoridad sobre su creación. El dedo de Dios también era conocido por enviar plagas destructivas y por inscribir los Diez Mandamientos (Éxodo 8:19; Éxodo 31:18). Sin embargo, recientemente descubrí algo más.   En Juan 8:1-11, Jesús estaba enseñando en los atrios del templo cuando los maestros de la ley trajeron a una mujer que fue sorprendida en adulterio. Mientras la acusaban y sentenciaban a muerte, Jesús se inclinó y escribió en la tierra. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué estaba escribiendo Jesús? ¿Y por qué Juan lo mencionó en su Evangelio?   Juan no sólo dijo que Jesús se inclinó para escribir en la tierra. Él dijo: “Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo” (Juan 8:6b, NVI, énfasis mío).   El dedo de Dios es el dedo que creó los cielos y a nosotras.   Es el dedo que inscribió la ley perfecta.   Y ahora, el mismo dedo escribió en la tierra.   Cuánto desearía estar cara a cara con el Rabino Jesús, quien tiene el poder en Su dedo para condenar a los pecadores a muerte, pero en cambio liberó del pecado y la vergüenza a la mujer en Juan 8 (Juan 8:10-11).   Dios tiene todo el poder en Su dedo, sin embargo, Él elige perdonarnos. Para inclinarse hasta abajo y escribir en la tierra. Tierra que usó para crearnos (Génesis 2:7).   Primero escribió Su ley en tablas de piedra; en Cristo, ahora escribe Su amor en nuestros corazones.   Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto: ¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes? (Salmo 8:3-4).   Querida hermana, ¿qué vergüenza o pecado podrías llevar hoy que te mantiene atrapada? Imagínate en el lugar de la mujer en Juan 8; tu acusador te lleva ante Jesús para condenarte. Dirige tu mirada hacia Su rostro mientras se agacha en el lugar donde estás postrada en el suelo, avergonzada. Mientras se arrodilla delante de ti, Él dice, “—Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar” (Juan 8:11, NVI).   ¡Oh, Señor! Estoy sin palabras en Tu presencia, aquí en el suelo donde extiendes Tu mano para que pueda agarrar el mismo dedo que me creó y me liberó. Que nunca me suelte. En el Nombre de Jesús, Amén.

DEVOCIONALES Apoyándose en el poder de hacer preguntas 26 DE MARZO DE 2024 Él respondió: —Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. Mateo 21:24 (NVI) Nota de la editora: ¡Este devocional es parte de una serie especial para la Semana Santa! Desde el 24 de marzo (Domingo de Ramos) hasta el 31 de marzo (Domingo de Pascua), cada devocional se centrará en los acontecimientos que preceden la resurrección de Jesús. Nuestra oración es que estas palabras preparen tu corazón y mente para la celebración de nuestro Salvador resucitado. Hace poco, mi hija estaba luchando con una decisión que tomó un maestro. Toda la confusión, la frustración y los malentendidos salieron a relucir mientras me explicaba los detalles. Esta decisión tuvo un costo para mi hija y otros estudiantes. Mi instinto fue llamar al maestro y defender a mi hija. Sin embargo, decidí que era más importante enseñar a mi hija a expresar sus preocupaciones con respeto y a hacer buenas preguntas.   Jesús era experto en hacer preguntas intencionadas. Utilizaba las preguntas para enseñar, defender, desafiar, hacer pensar, encontrar a la gente en su dolor y ayudar a centrar las historias de quienes a menudo eran tratados como extraños.   Jesús le preguntó a una mujer samaritana solitaria junto a un pozo: “¿Podrías darme de beber, por favor?” (Juan 4:7, VBL) y entabló conversación con ella, revelándose por primera vez como el Mesías.   Jesús preguntó a un enfermo crónico: “—¿Te gustaría recuperar la salud?”. (Juan 5:6, NTV), haciéndole considerar lo que creía antes de recibir la sanidad.   “—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Jesús preguntó a Pedro en un momento conmovedor con Sus discípulos antes de enfrentar Su muerte en la cruz (Mateo 16:15, NVI).   Después de Su resurrección, Jesús preguntó a dos hombres modestos en el camino a Emaús: “—¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino?” (Lucas 24:17, NTV).   Jesús modeló cómo utilizar preguntas reflexivas para fomentar la comprensión, construir relaciones y profundizar la fe entre las personas que le rodeaban. Durante la Semana Santa, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley se acercaron a Jesús y desafiaron Su autoridad para volcar las mesas en el templo y enseñar el Evangelio. Jesús no discutió, sino que respondió a sus preguntas con una pregunta directa: Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres? (Mateo 21:24-25, NVI). Los líderes se quedaron perplejos. Sabían que si respondían que el bautismo de Juan venía del cielo, Jesús les preguntaría por qué no le creían. También sabían que si respondían “de los hombres”, entonces su propio pueblo, que creía en Juan el Bautista como profeta, se volvería contra ellos. Habían esperado maliciosamente atrapar a Jesús con sus desafíos, pero en lugar de eso Él los atrapó en sus preguntas. Amiga, ¿puedes pensar en algún momento de tu vida en el que no tenías la seguridad de saber cómo manejar una situación? Quizá cuando experimentaste algo frustrante o fuiste testigo de una injusticia… O tal vez cuando quisiste superar una ruptura en una relación… Jesús está atento a responder y aclarar nuestras preguntas ni dudas. Las preguntas son una forma poderosa de conectarse, desafiar respetuosamente e incluso preocuparse por los demás. No subestimes el poder de una pregunta. Querido Dios, por favor, dame sabiduría en las situaciones difíciles a las que me enfrento hoy. Ayúdame a formular preguntas reflexivas y dame el valor para preguntarlas. En el Nombre de Jesús, Amén.  

DEVOCIONALES El día que la gracia entró a la ciudad 24 DE MARZO DE 2024 ¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas! Mateo 21:9b (NVI) Nota de la editora: Este devocional es parte de una serie especial para la Semana Santa. Desde el 24 de marzo (Domingo de Ramos) hasta el 31 de marzo (Domingo de Pascua), cada devocional se centrará en los acontecimientos que preceden la resurrección de Jesús. Nuestra oración es que estas palabras preparen tu corazón y mente para la celebración de nuestro Salvador resucitado. Supongamos que supieras que las personas que te apoyaban un día se burlarían de ti cinco días después. Que las personas que un día te colmaron de elogios, al siguiente te insulten. ¿Cómo responderías a los elogios, aplausos y admiración de la gente un domingo si supieras que esas mismas personas te darían la espalda el viernes siguiente? Eso es exactamente lo que Jesús, omnisciente, enfrentó cuando entró en Jerusalén a lomos de un burrito el Domingo de Ramos. Era el primer día de lo que hemos llegado a llamar Semana Santa, un recuerdo de los últimos días de Jesús antes de Su crucifixión. Zacarías profetizó sobre este evento: “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, victorioso y humilde. Viene montado en un burro, en un burrito, cría de asna” (Zacarías 9:9, NVI).   La multitud le dio a Jesús una bienvenida real, agitando ramas de palma y extendiendo sus mantos en el camino. Gritaron alegremente:   …—¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas! (Mateo 21:9b).   Hosanna viene de dos palabras griegas: yasha, que significa “salvar o liberar”, y anna, que significa “por favor, te imploro”. La gente esperaba que Jesús los salvara de la tiranía romana, pero Él vino a salvarlos de mucho más: de la maldición del pecado y la muerte. Su falta de visión les impedía ver la bondad eterna del plan mayor de Dios.   Por un momento, imagínate caminando junto al burrito y escuchando las palabras que Jesús escuchó: ¡“Hosanna… Bendito… en las alturas!”   Ahora, avancemos cinco días y escuchemos a la gente gritando en el momento de Su juicio y ejecución:   “— ¡Crucifícalo!” (Mateo 27:22-23, NVI).   “—Salvó a otros… ¡pero no puede salvarse a sí mismo!” (Mateo 27:42a, NVI).   A pesar de que Jesús sabía que la narrativa cambiaría del viaje a la ciudad al camino a la cruz, Él continuó avanzando. ¿Por qué? Debido a la gracia… un favor inmerecido, un regalo que nunca podríamos ganar. Porque Dios trata a los pecadores mejor de lo que merecemos. Sabiendo lo que sucedería cinco días después de Su entrada en Jerusalén… siguió cabalgando.   Esa es la misma gracia que Él nos ofrece a ti y a mí, hoy. Lo alabamos un día y lo rechazamos al día siguiente. Un día gritamos: «¡Aleluya, alabado sea el Señor!» al otro clamamos: «Él no estuvo presente ni me apoyó». A pesar de todas las veces que vacilamos entre confiar en Jesús y dudar de Él, Él sigue amándonos, aún conociendo nuestra rebeldía y debilidades.   Él sabía que nos regocijaríamos y nos rebelaríamos, pero aún así entró la gracia a la ciudad, como entró a mi corazón y el tuyo. Gracias a Dios por Su gracia interminable, desbordante e inagotable.   Jesús, estoy asombrada de que hayas entregado Tu vida por mí, a pesar de que sabes todo lo que he hecho y lo que haré. Gracias por Tu gracia sublime. Que nunca olvide la maravilla de Tu sacrificio. En el Nombre de Jesús, Amén.